En la actualidad, el panorama cannábico está poblado de variedades híbridas, resultado de muchos años de modificación genética buscando alcanzar características deseadas desechando los puntos débiles de cada cepa. Sin embargo, esta situación no siempre fue así. La marihuana es una planta que ha acompañado al ser humano desde el inicio de los tiempos, siendo cultivada de forma natural y creciendo en las zonas donde las condiciones eran propicias. Estas cepas originales se denominan Landrace, y se han convertido en un objeto de culto para muchos amantes del cannabis.
Las Landrace son consideradas las genéticas originales de la marihuana. Aunque los años 70 dieran el pistoletazo de salida a la hibridación, en el pasado las plantas de cannabis crecían tan solo en sus zonas geográficas. Es decir, las sativas en lugares calurosos, mientras que las índicas en regiones montañosas y frías…
Las primeras fueron expandiéndose gracias a que sus características les permitían generar tolerancia a condiciones adversas, mientras que las segundas quedaron aisladas en las zonas áridas y montañosas de ciertas regiones de Oriente Medio, como Afganistán, Pakistán o Irán.
El comienzo de la hibridación
Las variedades índicas y sativas no se conocieron hasta la llegada de los años 70. Esta década, con Sam ‘The Skunkman’ como máximo exponente de la hibridación, fue el inicio del cruce de genéticas que ha poblado nuestros tiempos.
Los ‘breeders’ comenzaron a criar nuevas variedades para perfeccionar cualidades como la resistencia ante plagas o la producción de cogollos, mientras que reducían cada vez más los puntos débiles de cada cepa. Este largo proceso, que dura ya más de 50 años, ha generado que, actualmente, no exista prácticamente ninguna cepa original de marihuana entre los cultivos.
Aunque hoy en día prima la producción masiva a través de cruces híbridos, existen cultivadores puristas que se dedican a mantener vivas estas genéticas landrace. El objetivo es preservar las variedades puras que, a fin de cuentas, son las precursoras de la cultura del cannabis.
Diferencias entre Landrace y Heirlooms
Si las genéticas Landrace son consideradas las cepas originales que crecen naturalmente en ciertas localizaciones. Las Heirlooms (en español, reliquias de familia) son consideradas cepas naturales que han sido trasladadas a otras zonas para continuar con su mantenimiento genético.
Este tipo de variedades surgieron entre los años 50 y los años 70, cuando el movimiento hippie europeo comenzó a realizar el llamado ‘Camino Hippie’ a lo largo de Asia. Este sendero cogió fuerza gracias a sus maravillosas y naturales cepas de cannabis, por lo que era muy habitual que los viajeros se llevasen algunas semillas de vuelta a su ciudad natal.
Desde entonces, variedades asiáticas como la Afghani, la Hindú Kush o la Thai comenzaron a plantarse en Europa y Estados Unidos. A pesar de que, a lo largo de los años, estas cepas han sido la base de la hibridación de multitud de especies, son tan veneradas que se siguen cultivando sus cepas originales.
Por ello, son consideradas ‘reliquias’, ya que, a pesar de no haber sido cruzadas, sus características en lo referido a producción, tiempo de floración y sabores siguen manteniéndolas como algunas de las mejores cepas del panorama cannábico.
Las mejores cepas landrace
En la actualidad, y a pesar de que la mayoría de plantas de marihuana surgen de cruces genéticos, existen muchas variedades landrace que se siguen cultivando debido a sus impresionantes características.
Las variedades sativas originales surgieron en África, Sudamérica y en las zonas más calurosas de Asia. Por ello, debido a la alta temperatura y humedad, las plantas fueron creciendo para favorecer la ventilación entre sus nodos y protegerse de posibles plagas.
Las landrace más famosas de América Central y Sudamérica son la Columbian Gold, la Acapulco Gold y la Panamá Red. De hecho, de un cruce de las dos primeras con una Afghani surgió la maravillosa Skunk #1, una de las cepas más conocidas de la historia del cannabis. Por su parte, en África encontramos la famosísima Durban Poison, una de las semillas de cannabis sativas más potentes de la historia del cannabis.
En contraposición, las zonas montañosas de Asia han sido la cuna de las cepas índica. Las zonas tan áridas y el frío intenso de las montañas obligaron a las plantas a cerrar sus espacios internodales y a hacerse más pequeñas para mantener mejor la humedad, protegerse del viento y aprovechar al máximo las pocas horas de sol de las que disponían.
En cuanto a las variedades landrace índica más famosas se encuentran la Afghani, la Hindú Kush, la Lashkar y la Thai.
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Durban Poison
La Durban Poison es una de las landrace sativas más potentes del mercado. Esta variedad proviene de Sudáfrica y destaca por sus fuertes sabores a anís y por unos marcados efectos activos y estimulantes. Esta variedad es recomendable consumirla en los días libres.
Esta genética de Dutch Passion se caracteriza por unos tiempos de floración muy cortos, ya que suele pasar de las 11 semanas. Además, su resistencia a plagas de hongos o insectos es extremadamente alta, lo que es ideal para plantarla en cualquier zona del mundo.
Black Domina
La Black Domina proviene de una exclusiva selección de la Afghani, creando este clon élite que potencia el tamaño de sus flores, los niveles de resina y el efecto relajante tan típico de las variedades índica.
Sus tiempos de floración son extremadamente rápidos, ya que la gran parte de sus fenotipos estarán listos para ser cosechados en un promedio de 8 semanas en interior y a finales de marzo en exterior.
Esta variedad también destaca por el tamaño de sus cosechas, ya que en interior podremos alcanzar hasta 550 gramos de flores resinosas por metro cuadrado. En exterior, en las mejores condiciones, cada planta se nos puede ir a más de 1 kilo de producción.